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La siembra del maíz se divide en dos épocas una llamada “safra” (primera cosecha) o “safrinha” (segunda cosecha), que están directamente relacionadas con una época específica del año. Según Pereira Filho (2021), la siembra de verano o primera cosecha, se realiza en la temporada tradicional, durante la temporada de lluvias, que varía entre finales de agosto, en el sur, a los meses de octubre/noviembre en el sudeste y medio oeste, mientras que en el noreste, este período ocurre al final del año.
Figura 1. Período de siembra y cosecha del maíz de primer cultivo en la región sur de Brasil.

El maíz de segunda cosecha (safrinha), según Cruz et al. (2021), se define como el maíz cultivado en el período de enero a abril, casi siempre después del cultivo de soja, en la región Centro-Sur, cubriendo los estados de Paraná, São Paulo, Goiás, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul y Minas Gerais.

Figura 2. Período de siembra y cosecha de maíz safrinha en algunas regiones del país.

Como lo destaca Duarte (2015), el éxito del maíz safrinha está relacionado con la temporada de siembra. Generalmente, cuanto más tarde se siembre, menor será su potencial productivo, debido a la reducción de la disponibilidad de agua, temperaturas suaves, radiación solar en invierno, así como el mayor riesgo de pérdidas causadas por heladas o sequía.

Según Cruz et al. (2010), la época de siembra es una función de la humedad del suelo, la temperatura, la radiación solar y el fotoperiodo, cuyos límites son variables en cada región agroclimática, siendo el momento más apropiado para la siembra, el que coincide el período de floración con los días más largos del año y la fase de llenado del grano con el período de temperaturas más altas y mayor disponibilidad de radiación solar,  Satisfacer las necesidades de la planta.

Sin embargo, la planificación de la temporada de siembra de maíz debe hacerse de acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático (ZARC) de la región. El ZARC representa una herramienta de gestión de riesgos, proporcionando orientación sobre las temporadas de crecimiento de las especies agrícolas en las que hay menos riesgo de pérdida de productividad debido a las variaciones climáticas. Se lleva a cabo determinando el riesgo de producción en las condiciones climáticas normales de cada región, con el fin de permitir la evaluación adecuada de la variabilidad de cada ubicación, estación y sus consecuencias para los cultivos agrícolas (Monteiro et al., 2021).

La época de siembra está influenciada principalmente por la latitud y altitud de la región, así como por el tipo de suelo y el ciclo del cultivar (Duarte, 2015). El ciclo de los cultivares de maíz se clasifica como normal o tardío, semi-temprano, temprano y súper temprano. Según Cruz et al. (2010), los cultivares normales presentan requerimientos térmicos correspondientes a 890-1200 grados-día (GD), los tempranos de 831-890 GD, los superprecoces de 780 a 830 GD, y los requerimientos calóricos corresponden al período de las fases fenológicas entre la emergencia y el inicio de la polinización.

De acuerdo con la Zonificación Agrícola de Riesgo Climático, los cultivares de maíz se clasifican en tres grupos, dependiendo de su ciclo. Además, con el fin de simular el balance hídrico del cultivo, el ciclo del cultivar se dividió en 4 fases: Fase I – Germinación/Emergencia; Fase II – Crecimiento/Desarrollo; Fase III – Floración / llenado de granos y Fase IV – Maduración.

Tabla 1. Duración media de los ciclos y sus respectivas fases fenológicas.

Fritsche-Neto & Môro (2015), destacan que en el mercado de semillas, predominan las variedades tempranas, que son más elegidas para plantar tanto en el cultivo principal como en la safrinha. Por otro lado, los cultivares superprecoces son favorecidos en épocas de siembra posterior durante la safrinha, especialmente en los estados de la región Sur, para evitar daños causados por la ocurrencia de heladas y en algunas regiones del Nordeste donde se busca evitar daños por déficit hídrico por la temporada de lluvias más corta y concentrada. Además, los autores señalan que estas variedades se utilizan a menudo en zonas con agricultura de regadío, ya que liberan la superficie para otros cultivos en menos tiempo.

En zonas de mayor riesgo climático, especialmente en el caso de sequías, se recomienda adoptar estrategias como escalar la temporada de siembra y el uso de variedades de diferentes ciclos de desarrollo, ya que esto contribuye a una mejor gestión de los riesgos climáticos y aumenta las posibilidades de éxito en el cultivo de maíz.