El cultivo de maíz tiene gran importancia para la agricultura, sin embargo, su potencial productivo puede verse afectado por la ocurrencia de enfermedades. Además, los daños resultantes de estas enfermedades dependen de la presencia del patógeno, las condiciones ambientales favorables y la susceptibilidad del cultivar utilizado (Nunes & Canale, 2020).
Como lo destaca Casela et al. (2006), una variedad de enfermedades puede afectar el cultivo de maíz, especialmente manchas blancas, cercosporiosis, diferentes formas de roya (polisora, blanca y común), helmintosporiosis, además de enfezamientos pálido y rojo. Cabe mencionar que la importancia de estas enfermedades es variable, dependiendo del año y la región en la que se cultiva el cultivo.
El cultivo de maíz enfrenta desafíos debido a la gran diversidad de patógenos, cada uno con su propio criterio en cuanto a condiciones favorables. Esto hace que, en ciertos momentos del desarrollo del maíz, las condiciones se vuelvan más propicias para la aparición de enfermedades, haciendo que el cultivo sea más susceptible durante estos períodos.
Enfermedades del maíz
Para manejar estas enfermedades de manera eficiente, es esencial identificar los momentos más favorables para su desarrollo. A través de un cuidadoso monitoreo y adopción de estrategias de manejo, así como el control químico, cuando sea necesario. A continuación, podemos observar las enfermedades que afectan al cultivo de maíz y las etapas de desarrollo en las que pueden surgir.
Mancha blanca
La mancha blanca del maíz es una enfermedad que ha venido causando pérdidas de productividad, lo que puede resultar en pérdidas sustanciales, llegando hasta un 60% en híbridos susceptibles a la enfermedad y bajo condiciones ambientales propicias para su desarrollo.
La bacteria Pantoea ananatis es conocida como el principal agente etiológico de esta enfermedad, aunque algunas especies de hongos, como Phaeosphaeria maydis, también pueden desempeñar un papel relevante (Borsoi et al., 2018).
Figura 2. Síntomas típicos de la mancha blanca en maíz. Detalles de las lesiones en fase inicial (anasarca) y lesiones antiguas con aspecto necrótico y coloración blanca.
Los síntomas iniciales de la enfermedad, como destacan Custódio et al. (2020), se manifiestan con pequeñas manchas foliares del tipo anasarca, con una coloración inicialmente verde oliva, con el tiempo, estas lesiones evolucionan, volviéndose verde claro y, posteriormente, adquieren un color blanquecino o pajizo, presentando una textura seca.
También desarrollan márgenes estrechos y bien definidos, que varían en coloración de marrón a rojo. Generalmente, estas manchas asumen formas redondeadas, con dimensiones que van desde 0,5 cm a 1,5 cm, y distribuidas por toda la superficie foliar. Con el tiempo, estas lesiones pueden pegarse entre sí, formando áreas irregulares.
En el centro de las lesiones más antiguas, pueden aparecer pseudotecias y picnidios, que se manifiestan como pequeñas manchas negras visibles. En general, los síntomas comienzan a aparecer en las hojas inferiores de la planta y luego progresan rápidamente hacia la parte superior de las plantas (Costa et al., 2011).
La Cercosporiosis
La cercosporiosis, causada por el hongo Cercospora zeae-maydis se manifiesta a través de manchas grises, con formas rectangulares e irregulares. Estas lesiones se desarrollan a lo largo de las venas de las hojas y, en casos más graves, pueden provocar el alojamiento de las plantas.
La propagación de la enfermedad ocurre principalmente a través de esporas presentes en restos culturales transportados por salpicaduras de viento y lluvia (Casela et al., 2006).
Figura 3. Cercosporiosis del maíz (Cercospora zeae-maydis).
Los principales componentes de producción afectados por la cercosporiosis incluyen el número de granos por mazorca y el tamaño de los granos. Por lo general, cuando la cercosporiosis se introduce en un área por primera vez, el daño tiende a ser relativamente pequeño.
Sin embargo, las pérdidas pueden llegar a ser significativas incluso en el primer año si hay una gran cantidad de restos culturales infectados que son transportados por el viento desde áreas vecinas y si las condiciones ambientales son altamente favorables para el desarrollo de la enfermedad (Casela, 2015).
La Roya Polisora
La roya polisora, causada por el hongo Puccinia polysora, es considerada según Grigolli & Grigolli (2020), la más agresiva y destructiva de las enfermedades del maíz en el centro de Brasil, con daños económicos que pueden alcanzar el 65%.
Figura 4. Pústulas de la roya polisora.
Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de pequeñas pústulas, de forma circular a elíptica, las uredosporas y pústulas tienen coloración que va del amarillo al dorado. En etapas más avanzadas aparecen pústulas de color marrón oscuro, debido a la formación de teliosporas.
Las pústulas pueden aparecer en la cara superior de las hojas, en las vainas de las hojas, en las brácteas de las orejas y, en condiciones severas, en la panoja. Además, en cultivares susceptibles, la enfermedad puede conducir a la muerte prematura de las plantas debido a la destrucción de las hojas.
La roya blanca
La roya blanca, también conocida como roya tropical es causada por el hongo Physopella zeae, como síntomas característicos de la enfermedad se destaca que, en el centro de la pústula, la lesión exhibe una coloración blanca o amarillo pálido, y ocasionalmente puede presentar un borde negro a su alrededor.
Figura 5. Pústulas de aspecto polvoriento y coloración blanquecina, características de la roya blanca del maíz.
No se conocen huéspedes intermediarios para el patógeno y el desarrollo de la enfermedad se facilita en ambientes con altas temperaturas y alta humedad relativa.
La roya blanca
La helmintosporiosis es causada por el hongo Exserohilum turcicum, los síntomas se caracterizan por lesiones elípticas de color marrón claro, que van de 2,5 a 15 cm de longitud, con bordes bien definidos que se oscurecen debido a la fructificación del hongo. La expresión de estos síntomas puede variar entre los cultivares de maíz.
Figura 6. Síntomas de helmintosporiosis (Exserohilum turcicum) en maíz.
Inicialmente, los síntomas se manifiestan en las hojas más viejas y avanzan hacia las partes superiores de la planta, lo que a menudo resulta en la unión de las lesiones, lo que le da a la planta una apariencia de hojas quemadas.
Es importante tener en cuenta que los granos no se ven afectados por este patógeno, aunque el daño causado puede ocurrir lesiones en las pajitas externas de las mazorcas, en casos severos, las mazorcas tienden a ser más pequeñas en comparación con las plantas sanas (Wordell Filho et al., 2016).
Enfezamientos pálidos y rojo
Los enfezamientos pálidos causados por el Espiroplasma y el rojo causado por el Fitoplasma, son consideradas enfermedades de gran importancia en el cultivo del maíz, debido a los daños que causan a la productividad y su propagación generalizada en las principales regiones productoras de maíz. Estas enfermedades son transmitidas por el insecto vector Dalbulus maidis, la cigarrita del maíz (Casela et al., 2006).
Figura 7. Enfezamientos pálidos (izquierda) y enfezamientos rojos (derecha), causadas por Spiroplasma y Phytoplasma, respectivamente.
Ambas enfermedades tienen síntomas iniciales comunes, caracterizados por una clorosis en los bordes de las hojas, sin embargo, posteriormente, desarrollan síntomas diferentes.
La hinchazón pálida se manifiesta con manchas y estrías cloróticas bien definidas, especialmente en las partes de la base de las hojas, además de causar un acortamiento de los entrenudos.
Por otro lado, la hinchazón roja resulta en enrojecimiento en los bordes de las hojas y un aumento en la formación de macollos en la planta. Ambas enfermedades causan un tamaño más pequeño de la planta y la proliferación de orejas pequeñas en varias hojas, siendo estos síntomas comunes a ambas infecciones (Wordell Filho et al., 2016).
Para el manejo de enfermedades en el cultivo de maíz, además de elegir cultivares genéticamente resistentes a las principales enfermedades que ocurren en diferentes regiones y temporadas de crecimiento, Guimarães & Costa (2020) destacan que es necesario considerar otras prácticas agronómicas para un control más eficiente de las enfermedades.
Incluyendo el uso de semillas tratadas con fungicidas, la práctica de la rotación de cultivos con especies no susceptibles a enfermedades, alternancia de variedades de maíz entre cultivos, aplicación equilibrada de fertilizantes, mantenimiento de una densidad poblacional adecuada de plantas, control de plagas y plantas invasoras, y cosecha en el momento correcto.
La gestión integrada de las enfermedades es una estrategia muy importante, la adopción de medidas de forma integrada además de proporcionar un mejor control de las enfermedades, mejora el entorno de cultivo, a través de la creación de un entorno más equilibrado.