Los Secretos de una Siembra Exitosa de Maíz
El momento correcto para la siembra de maíz juega un papel crucial en la determinación del rendimiento.
El cultivo de maíz (Zea mays) es una práctica muy extendida en varias regiones del mundo, y la planificación cuidadosa de los cultivos juega un papel importante para lograr el éxito en la producción de este grano. Uno de los pasos claves en este proceso es el momento de la siembra de maíz.
Cuando se trata de decidir el momento óptimo para la siembra, es esencial comprender los factores de riesgo asociados, que pueden reducirse mediante una planificación efectiva de las actividades relacionadas con la producción. El agricultor debe ser plenamente consciente de que el éxito de su empresa está ligado a su planificación y que ésta depende de varios elementos, siendo los riesgos climáticos uno de los factores más preponderantes a considerar (Duarte et al., 2015).
Según Cruz et al. (2010), el crecimiento y desarrollo del maíz está influenciado por una serie de factores, incluida la humedad del suelo, la temperatura y la radiación solar. La temporada de siembra, por lo tanto, también se ve influenciada por estos factores, donde los límites extremos son variables en cada región agroclimática.
Durante el ciclo de crecimiento de la planta de maíz, el consumo promedio de agua es de alrededor de 600 mm. Sin embargo, en las primeras etapas de crecimiento, especialmente en climas cálidos y secos, el consumo diario de agua por parte de la planta rara vez supera los 2,5 mm por día (Cruz et al., 2010). Al momento de la siembra, es fundamental que el suelo tenga una temperatura superior a 15°C, siendo lo ideal por encima de los 18°C. Además, la humedad del suelo debe estar cerca de la capacidad del campo. Estas condiciones son fundamentales para permitir el desencadenamiento adecuado de los procesos de germinación y emergencia de las semillas de maíz. La temperatura del suelo fuera del rango ideal puede afectar significativamente la germinación.
Temperaturas por debajo de 10 ° C y por encima de 42 ° C tienden a tener efectos adversos sobre la germinación, por otro lado, las temperaturas entre 25 ° C y 30 ° C se consideran ideales y proporcionan las mejores condiciones para el desencadenamiento exitoso de este proceso crucial en el ciclo de crecimiento de las plantas de maíz (Fancelli, 2015).
El cultivo de maíz, como destaca Fancelli (2015), responde muy favorablemente al aumento de las intensidades de luz, lo que se atribuye al hecho de que el maíz pertenece al grupo de plantas «C4». Además, el uso eficiente de la luz está influenciado por factores como la distribución espacial de las plantas en el cultivo, la arquitectura de las hojas, la duración del área foliar presente y la declinación solar
En este sentido, es posible aumentar la eficiencia en la captura del espectro solar a través de una mejor distribución de las plantas en el área de cultivo, a través de combinaciones adecuadas entre el espaciado entre líneas y el número de plantas por línea. Es importante tener en cuenta que la población de plantas no debe exceder las 85,000 plantas por hectárea para garantizar un uso óptimo de la luz.
La densidad agronómica óptima (DAO), como destacan Alves et al. (2020), se considera la densidad que proporciona la mayor productividad de un cultivo. Para obtener altos rendimientos es necesario aumentar la intercepción de la radiación solar en el dosel del cultivo, buscando el DAO. El equilibrio entre la fuente y el lugar onde la planta envía su energía también sufre cambios con la variación en la densidad de población.
Fonte: Alves et al. (2020)
Figura 1. Tendencia del rendimiento del grano de maíz según la densidad de la planta.
Fonte: Cruz et al. (2006).
La profundidad de siembra, según Cruz et al. (2006), debe variar entre 3 y 5 cm en suelos más pesados o arcillosos. En suelos más ligeros o arenosos, la profundidad debe variar entre 5 y 7 cm. En el sistema de labranza cero, la acumulación de residuos en la superficie del suelo, especialmente en regiones más frías, puede retrasar la aparición de plantas, reducir el rodal y, en algunas situaciones, reducir el rendimiento de los granos, dependiendo de la profundidad a la que se coloca la semilla en el suelo. A continuación, podemos observar el efecto de la profundidad de siembra en la emergencia, vigor y duración del período de emergencia en el cultivo de maíz.
Como destaca Machado (2017), el rendimiento final del maíz está fuertemente influenciado por el establecimiento adecuado del rodal de la planta, que implica la densidad de plantas por área y el espaciamiento entre ellas, decisiones que deben basarse en la elección del cultivar, las prácticas de manejo y el potencial de rendimiento esperado, teniendo en cuenta también las condiciones climáticas previstas. Actualmente, una tendencia común en el cultivo de maíz ha sido reducir el espacio entre las plantas y entre las líneas de siembra. El espacio entre las hileras de maíz disminuyó, de 80 a 45 a 50 cm. Esta práctica tiene como objetivo mejorar el uso del área cultivada, y cuando se combina con el uso de plantas más pequeñas y hojas erectas, contribuye a una mejor captura de la radiación solar, el uso de la humedad del suelo y dificulta el crecimiento de las malas hierbas. Estos factores, tomados en conjunto, tienden a resultar en un aumento significativo en el rendimiento del grano (Machado, 2017).
Fonte: Garcia et al. (2006).
Según Sponchiado et al. (2022), la velocidad, ideal para sembrar maíz, es de 3.0 a 5.0 km/h, ya que tendrá una menor rotación del suelo, semillas bien distribuidas (espaciamiento aceptable de las plantas, minimizando fallas y doble siembra) e índice de emergencia uniforme. Un estudio realizado por García et al. (2006), con el objetivo de verificar la influencia de la velocidad de desplazamiento en la siembra de maíz, que oscila entre 3 y 9 km por hora, observó que la productividad se veía afectada cuando la población de plantas con mazorcas se reducía por el aumento de la velocidad.
Además, la elección juiciosa de semillas de buena calidad, adaptadas a las características específicas de la región de cultivo, es de fundamental importancia, la selección adecuada de semillas con características ideales, como la selección de híbridos resistentes a las principales enfermedades que se presentan en la región de cultivo, siendo un factor determinante para lograr un buen rendimiento productivo.