La definición del potencial productivo de la soja comienza con la siembra de soja, en la implementación del cultivo y en la fase inicial del desarrollo del cultivo. Varios elementos influyen en la capacidad de producción de la soja (Glycine max).
Desarrollo de la soja
Al comienzo de su desarrollo, el clima es uno de los principales factores que interfieren con el crecimiento y desarrollo de las plantas. Con esto en mente, se vuelve de suma importancia llevar a cabo la planificación de la siembra de soja, así como el posicionamiento de la soja en las áreas de cultivo.
¿Cuándo hacer la siembra de soja?
La definición del momento más apropiado para la siembra de soja, de acuerdo con la zonificación agrícola de la región, debe basarse en las particularidades climáticas y las características del suelo presentes en la región. Según García et al. (2007), el tiempo ideal de siembra de la soja está influenciado principalmente por la humedad del suelo y la temperatura en el momento de la implantación del cultivo.
Es fundamental que el suelo presente condiciones ideales de humedad y aireación, y haya sido bien manejado con el fin de proporcionar un buen ambiente para la semilla, siendo fundamental proporcionar el contacto adecuado semilla/suelo. Esto, a su vez, es crucial para garantizar que el proceso de germinación y la emergencia ocurran de la mejor manera posible. La semilla de soja comienza la germinación absorbiendo agua en cantidades equivalentes al 50% de su peso (NPCT).
Según Farias et al. (2009), la disponibilidad de agua desempeña un papel esencial en la germinación y emergencia de la soja, durante este período, tanto el exceso como la falta de agua pueden comprometer el establecimiento del cultivo de soja y el logro de una buena uniformidad y población de plantas, los autores también destacan que el exceso de agua es más limitante que el déficit. Como afirman Neumaier et al. (2020), para que se ocurra una germinación rápida y una emergencia uniforme de las plántulas, es necesario que la temperatura promedio del suelo a una profundidad de 5 cm sea de alrededor de 25 ° C. La siembra realizada en suelos con temperaturas inferiores a 20 ° C puede perjudicar tanto la germinación de las semillas como la emergencia de las plántulas de soja.
Figura 1. Plántulas de soja en etapa VE – emergencia
La elección de los cultivares, así como la temporada de siembra, deben llevarse a cabo de acuerdo con las indicaciones de la zonificación agrícola de la región de cultivo, y deben ser recomendados por cultivares que presenten resistencia a las principales enfermedades que ocurren en la región que se cultivarán. La calidad de las semillas es un pilar fundamental para el éxito del cultivo, por lo que es imprescindible adquirir semillas certificadas que garanticen un estándar de calidad, incluyendo criterios de germinación y pureza.
Otras prácticas de manejo que se deben llevar a cabo al momento de la siembra son la inoculación de semillas de soja y el tratamiento de las semillas con fungicidas e insecticidas. La inoculación es una práctica vital para mejorar los niveles de productividad de los cultivos de soja (Nogueira & Hungría, 2014). El tratamiento de semillas con fungicida e insecticida permite el establecimiento inicial del cultivo, sin la interferencia de patógenos y plagas de insectos.
De acuerdo con las directrices de las Indicaciones Técnicas para el Cultivo de Soja en Rio Grande do Sul y Santa Catarina, determinadas por Martin et al. (2022), se sugiere la siembra con una población de 300 mil plantas ha-1, con un espaciamiento que puede variar de 20 a 50 cm entre hileras. Balbinot Junior et al. (2020), destacan que la densidad de siembra y el espaciamiento entre hileras, determinan la disposición espacial de las plantas en el cultivo.
Esta disposición puede influir en varios aspectos, como la velocidad de cierre entre filas, la producción de masa seca, la arquitectura de las plantas, la eficiencia del uso de la radiación solar, el área foliar, la incidencia de plagas y enfermedades, así como la productividad de la soja. Sin embargo, la determinación de la población vegetal debe seguir las recomendaciones indicadas para el cultivar elegido. A continuación, podemos observar las poblaciones de plantas por hectárea en diferentes espacios entre hileras y número de plantas por metro.
Tabla 1. Densidad de plantas por hectárea, según el espacio entre hileras y el número de plantas por metro lineal.
Determinar la densidad de población de la soja también es esencial para garantizar una buena absorción de la radiación solar. La radiación solar es un componente ambiental importante. Según Neumaier (2020), además de proporcionar energía lumínica esencial para la fotosíntesis, también proporciona señales ambientales para una serie de procesos fisiológicos de la soja.
No menos importante, la profundidad de siembra es otro aspecto importante que observar para garantizar la homogeneidad en el establecimiento y densidad de las plantas. Según García (2021), la profundidad de siembra para el cultivo de soja debe variar de 3 a 5 cm, la siembra a mayores profundidades puede causar dificultades en la emergencia de plántulas, particularmente en suelos arenosos, sujetos a sedimentación o en lugares sujetos a compactación superficial del suelo. Además, la velocidad de desplazamiento indicada para el sembrador es de 4 a 6 km h-1, de manera que la siembra se ocurra de manera uniforme, no causando daños a las semillas.
Vale la pena recordar que, como lo destacan Zanon et al. (2018), el número de plantas por área es uno de los componentes principales y más importantes de la productividad de la soja, por lo que una buena plantabilidad y uniformidad de las plantas es fundamental para garantizar buenos rendimientos de soja.